El pasado 19 de octubre, mi profesor me mandó leer un libro llamado " La leyenda del Rey Errante", un libro hecho por una autora llamada Laura Gallego García. Al principio creía que era un libro normal y corriente, pero me gustó mucho. El libro era al principio un poco aburrido, pero luego se hizo más divertido; el libro contenía agradecimientos y una nota final. Mi resumen es:
En medio del desierto, dos hombres se encontraron. Uno de ellos era un suluk (que es un asesino y bandolero) y el otro era un hombre llamado Walid. El suluk bajó de su caballo y sacó se espada, Walid se quedó quieto e inmóvil, el suluk, asombrado, dijo:
-Juré matarte la próxima vez que nos encontráramos.
-Lo sé - dijo Walid - lo recuerdo.
El suluk, si inmutarse, le miró a los ojos y le clavó su espada. Walid notó cómo el metal de la espada le atravesaba y como su fuerza vital se extinguía con un gran dolor y cómo su sangre se le caía en la cálida arena del desierto.
En opinión de la gente, el príncipe Walid Ibn Huyr fue un buen hombre. Él siempre fue buen príncipe, honrado y generoso, y lo que más le fascinaba era la poesía. Así que un día, le pidió a su padre, el rey Huyr, que le gustaría ir a hacer un concurso de poemas en Ukaz, otro reino, y el premio sería escribir el poema en letras de oro y colgarlo en el palacio. Pero el padre le dijo que organizara su propio certamen en Kinda y cuando los jueces digan el nombre de él, que pudiera ir a Ukaz, para no hacer el ridículo en Ukaz. El príncipe no protestó, pero le molestó y Empezó a organizar el concurso. El premio sería un saco de monedas de oro.
A Kinda fueron mucha gente para el concurso que incluían poetas, mercaderes, comerciantes, beduinos y muchos espectadores. Muchos murmuraban que seguramente Walid ganaría el concurso y por qué y hacerlo. Los jueces eran personas importantes, como el gran poeta Al- Nabiga Dubai .
Primero leyeron los poemas los rawis normales, que son personas que leen los poemas, pero un rawi de once años leyó un poema que a todo el mundo le pareció fantástico, pero el niño se marchó y la felicidad cesó. El poema del príncipe también era muy bonito, y alegró a todos. Entonces, los jueces dijeron que el vencedor era el rawi niño, que hizo que el príncipe se avergüence, y fue al escenario con el poeta , que era el padre. Le entregaron el premio a Hamand, el poeta, y a Amir, su hijo, que se fueron a su casa. Walid regresó a su palacio y se encerró en su habitación. Hakim, su rawi, intentó consolarlo pero no pudo. Walid pensó organizar otro certamen, para el año que viene y pensó que podía ganar pero el año en el que lo organizó también perdió.
Avergonzado, organizó otro certamen y el premio era el mismo, solo que ahora también se ganaba el puesto de historiador real. Desgraciadamente, también perdió, pero Hamand logró el puesto de historiador real y él y su familia fueron al palacio, y allí se sintieron incómodos.
Una noche, Amir y su madre escaparon a su tienda de alfombras, pero Hamand se quedó. Tenía que organizar una sala y entera y ordenarla, y Walid lo sabía.
Pasaron tres años y Hamand no terminaba, aunque trabajara mucho. También sucedió otra desgracia, el rey Huyr murió de enfermedad, y Walid se convirtió en rey.
Un día Hamand se presentó ante el príncipe, y dijo que había terminado. Walid le escuchó, y dijo que solo le faltaba hacer una alfombra, pero una que representara la humanidad. Hamand se enfadó y dijo que era imposible, pero Walid le recordó de que era un poeta.
Esa misma noche escapó del palacio, pero le perseguía un guardia. El guardia le persiguió hasta un establo, pero Hamand se montó en un caballo y huyó por el desierto. A medio camino, Hamand intentó colocase mejor, pero se cayó del caballo. Siguió corriendo por el desierto pero se cayó y se puso a llorar bajo las estrellas del desierto.
Esa mañana un guardia le informó al príncipe lo sucedido y le avisó de que Hamand regresó y que estaba cosiendo la alfombra.
Hamand pedía lana de todos los colores y tamaños, y cuando no le daban más lana, pidió lana en bruto y el mismo la elaboró, aunque muchos pensaban que estaba loco. Una noche, Walid visitó a Hamand y le habló pero Hamand se enfadó con él y le echó de la habitación.
En su dormitorio Walid pensó en Hamand y en que debería liberarlo del castigo pero cuando fue vio que Hamand había muerto del cansancio. Walid cogió la alfombra, la observó y vio que había algo que le mareaba, como si las líneas se movieran, pero rápidamente la enrolló sin mirarla y la guardó con llave en una caja fuerte en la cámara acorazada.
Después de eso, se volvió más silencioso y casi todo le daba igual, muchas tribus atacaron Kinda y Kinda se volvió más pobre y débil y Walid dejaba casi todo el trabajo sobre el visir. Hakim se enteró de la muerte de Hamand y le dijo al príncipe que se lo merecía y que no debía imponerse en su camino y que Hamand no debía haberse presentado al concurso:
-Despedido- dijo Walid
-¿Eh?- respondió Hakim.
Walid mandó unos guardias a que echaran a Hakim, que dijo que se vengaría. Al echar a Hakim, Walid sintió una amarga victoria.
Esa noche unos ladrones entraron sigilosamente en el palacio sin que nadie les viera, porque no había luz, ya que Walid mandó a que no usaran el aceite de las lámparas para ahorrar, abrieron la caja fuerte y entraron. Cuando abrieron la caja fuerte vieron la alfombra y se la llevaron. Walid les vio y uno de los ladrones, Hakim, mandó a que lo mataran pero no pudo, y Walid les persiguió por el desierto.
Su caballo se cayó al suelo y Walid corrió hasta que las piernas se le cansaron y vio como un punto rojo se acercaba a él.
Se despertó en un refugio de bandidos, donde conoció a Sayf un famoso bandolero junto a sus ayudantes. Después de enterarse de que Kinda había sido destrozada, se unió a los ladrones y en una ocasión le salvó la vida a Sayf, y él se lo agradeció honradamente.
Una noche, bajo las estrellas, Sayf le contó su historia y por qué se hizo bandolero y Walid descubrió de que él era Amir ibn Hammand, un hijo de Hamand. Sayf contó que le mataría, pero le dejó marchar porque Walid le había salvado la vida.
Walid cruzó un valle y se volvió a encontrar con el anciano del turbante de rojo y se encontró a la aldea Bark, donde le acogieron amablemente.
Allí, Walid luchó contra la aldea Taglib y conoció a su amor Zarha. También conoció a un pastor llamado Hasan, que le ayudó a tener un rebaño de camellos y su nombre completo era Hasan Ibn Hammand, que era otro hijo de Hamand.
Un día, Walid y Zarha se pusieron a buscar la alfombra, y descubrieron que uno de los ladrones se suicidó y otro de ellos, Suaid, se había vuelto loco. Walid y Zarha fueron a una gran ciudad buscando a la alfombra. Fueron a una casa de ladrones y preguntaron por él pero no les contestaron. Esa noche, Walid vagaba sólo por las calles de la ciudad. Entonces unos ladrones le atacaron y le rompieron las piernas. Afortunadamente un hombre lo salvó y le llevó a su casa.
Allí, pasó tres meses hasta que se le curaron las piernas. También conoció a Raschid un millonario que le ofreció trabajo y él lo aceptó. Raschid y Walid viajaron para hacer comercio, y Walid aprovechaba de buscar a Zarha. En uno de sus viajes se encontró con Zarha, que había investigado sobre la alfombra. Ella y él encontraron la alfombra en una casa humilde y polvorienta que la tenía Hakim, que se había arrancado los ojos para no verla, y fue él el que hizo que unos ladrones le atacaran.
Fue entonces cuando Walid viajó sólo a Kinda con la alfombra y se encontró con djins los dioses del desierto, que le mostraron las maravillas de la alfombra. Walid vio el pasado, el presente y el futuro suyo y de todos. Se vio en forma de rey, de príncipe, de tirano, de comerciante, de millonario, de bandido y de sirviente. Vio que había muchas posibilidades de futuro para él y descubrió de que el hombre del turbante rojo era su djin protector.
También se encontró con Sayf, que le mató.
Después Walid se despertó y vio que no había muerto y no tenía ningún rasguño. Luego, Sayf le contó de que no le había matado porque no podía, ya que vio en los ojos de Walid a su padre. Entonces Walid se dio cuenta de que había visto un futuro suyo en la alfombra donde Amir le matado y que solo se había desmayado.
Entonces vio que habían partido la alfombra en cuatro partes y cada parte era de Amir, Hasan, Raschid, y para Walid, Entonces él y Zarha se montaron en un camello y desaparecieron en el horizonte.
Mientras tanto a Al-Nabiga no le fueron las cosas tan bien. Él era juez en el certamen de Ukaz y seguía opinando de que Hamand era el mejor poeta que había conocido. Pero escuchó el certamen de una última persona al-Malik al-dillil (que era Walid) y era uno de los mejores poemas que había escuchado y lo colgaron con letras de oro en el templo de Ukaz.
Por último, Al-Nabiga le sonrió a Walid y él se marchó con Zarha.